EL FINAL DE AISOL

Actualmente nuestra sociedad global está plagada de desigualdades a pesar de que por primera vez en la historia de los seres humanos tenemos conocimientos y herramientas más que suficientes para erradicarlas.
Por privilegiado que sea un país dentro de él también conviven desigualdades entre personas. En Andalucía el número de personas en exclusión o riesgo de exclusión supera el 30%. Desgraciadamente hasta en la exclusión hay niveles y en el más bajo de ellos encontramos a personas que tras una larga historia de fracasos han cronificado su situación y perdido no sólo la esperanza sino también las habilidades mínimas para emprender de nuevo la lucha.
Los escasos recursos públicos que la sociedad dedica a los procesos de inclusión deberían ser especialmente sensibles con la situación de estas personas. En este tipo de procesos, tras una primera y fundamental etapa de reducción de daños y motivación a la mejora aparece una segunda etapa que tiene como objetivo la recuperación de las mínimas habilidades sociales y laborales que permitan una formación laboral eficaz.
Uno de los escasos recursos en Andalucía están definidos en la Ley 44/2007 para la regulación del régimen de las empresas de inserción; esta ley y posteriores Decretos prevé la regulación de apoyos a la contratación.
Esto no supone una ventaja competitiva frente a otro tipo de empresas. Las personas durante esta etapa se enfrentan a un déficit en sus capacidades laborales que deben volver a desarrollar y para ello es imprescindible que parte de su jornada laboral se dedique a ese objetivo; la salud también puede estar resentida y hará que sus aptitudes se vean mermadas al menos en una etapa inicial. Pues bien, el incumplimiento del espíritu de la ley en forma de reducción del apoyo vital para la subsistencia de estas empresas, los retrasos en los pagos, saltarse un año sin ayuda, etc. es la forma habitual como la Junta de Andalucía ha gestionado, en los últimos años, la lucha contra la desigualdad con este sector de la población.
La empresa sin ánimo de lucro AISOL, dedicada a la recogida y clasificación de papel y cartón y la destrucción confidencial de documentación se creó por la Federación de Asociaciones LIBERACIÓN con el fin específico de cubrir esa primera etapa de la incorporación que no contaba con recursos.
Tras unos primeros pasos muy difíciles, la empresa se convirtió en un referente de cómo actuar. La experiencia mereció el reconocimiento público por su labor hasta el punto que la Junta de Andalucía consideró incorporarse como socio y lo hizo con el 40% de su capital social.
Durante los años de vida de AISOL, cientos de personas han podido recuperar sus aptitudes deterioradas y situarse en igualdad de condiciones con cualquier otra persona sin empleo. El primer interés de la Junta se desvaneció, no solo con AISOL sino con todo el sector de empresas de inserción (posiblemente la falta de rentabilidad mediática influyera)
La desidia de la Administración Pública, fundamentalmente, ha llevado a AISOL a entrar en concurso de acreedores a principios de este año, en este trance no ha contado con el apoyo de su socio empresarial que ni tan siquiera se ha molestado (sus representantes) en asistir a las reuniones de trabajo mantenidas para intentar su salvación.
A esto debemos añadir una Administración Concursal que en momentos más que complicados y dolorosos, aun cumpliendo con su deber, debemos comentar y abrir una reflexión sobre los procedimientos existentes en materia de empresas de inserción/ viabilidad/ sostenibilidad, ya que siguen sin estar adaptados a la realidad de este tipo de empresas, condenándolas, a por un lado, no poder competir como una empresa al uso pero sin embargo, en otros procedimientos, son tratadas como una empresa más. Haciendo este proceso aún más duro.
Estas letras están escritas desde el dolor del fracaso de una iniciativa social que abrió en Sevilla un camino que, uniendo sinergias de movimientos ciudadanos, especialistas y sector público pudiera acercarnos a un mundo mejor.
No este el lugar, pero creemos que un análisis reposado de toda esta experiencia podría ayudar a conocer los fallos (de todos), buscarle soluciones y a no llevar a futuros utópicos a perder la esperanza antes incluso de levantarse. Los “fracasos” de proyectos que involucran simultáneamente a estos tres sectores son desgraciadamente cada vez más frecuentes y cada vez más anatemizados por los voceros neoliberales frente al enaltecimiento de los “éxitos” de las colaboraciones de los sectores privados y públicos.
Alguien debería abrir un espacio en nuestra comunidad donde estudiar los hechos con datos contrastables y buscar soluciones que seguro las hay.
Por último, un agradecimiento a aquellas personas que han formado parte de la vida de AISOL y han luchado por ella.
 
Seguimos adelante…
 
 
Última foto del equipo de AISOL tomada antes de su cierre, el 31 de Mayo de 2019